Resumen Corto de La señora Dalloway

Ficha del Libro

Resumen Breve

“La señora Dalloway” abarca un día, de la mañana a la noche, en la vida de una mujer. Clarissa Dalloway, un ama de casa de clase alta, pasea por su barrio londinense para prepararse para la fiesta que dará esa noche.

Cuando regresa de comprar flores, un antiguo pretendiente y amigo, Peter Walsh, se deja caer por su casa inesperadamente. Los dos siempre se han juzgado con dureza, y su encuentro en el presente se entrelaza con sus pensamientos del pasado. Años atrás, Clarissa rechazó la proposición de matrimonio de Peter, y éste nunca lo ha superado.

Peter pregunta a Clarissa si es feliz con su marido, Richard, pero antes de que ella pueda responder, su hija, Elizabeth, entra en la habitación. Peter se marcha a Regent's Park. Piensa en la negativa de Clarissa, que aún le obsesiona.

El punto de vista se traslada entonces a Septimus, un veterano de la Primera Guerra Mundial que fue herido en una guerra de trincheras y ahora sufre neurosis de guerra (trastorno de estrés postraumático). Septimus y su esposa italiana, Lucrezia, pasan el tiempo en Regent's Park. Esperan la cita de Septimus con Sir William Bradshaw, un célebre psiquiatra.

Antes de la guerra, Septimus era un joven poeta en ciernes y amante de Shakespeare; cuando estalló la guerra, se alistó inmediatamente por románticas razones patrióticas. Se insensibilizó ante los horrores de la guerra y sus secuelas: cuando murió su amigo Evans, apenas sintió tristeza. Ahora Septimus no ve nada de valor en la Inglaterra por la que luchó, y ha perdido el deseo de preservar su sociedad o a sí mismo. Tiene pensamientos suicidas y cree que su falta de sentimientos es un crimen.

Es evidente que las experiencias de Septimus en la guerra le han dejado cicatrices permanentes y que tiene graves problemas mentales. Sin embargo, Sir William no escucha lo que dice Septimus y le diagnostica "falta de proporción". Sir William planea separar a Septimus de Lucrezia y enviarlo a una institución mental en el campo.

Richard Dalloway almuerza con Hugh Whitbread y Lady Bruton, miembros de la alta sociedad. Los hombres ayudan a Lady Bruton a escribir una carta para el Times, el periódico más importante de Londres. Después de comer, Richard vuelve a casa de Clarissa con un gran ramo de rosas. Tiene la intención de decirle que la ama, pero se da cuenta de que no puede porque ha pasado mucho tiempo desde la última vez que se lo dijo.

Clarissa reflexiona sobre el vacío que existe entre las personas, incluso entre marido y mujer. Aunque valora la intimidad que es capaz de mantener en su matrimonio, considerándola vital para el éxito de la relación, al mismo tiempo encuentra ligeramente perturbador el hecho de que Richard no lo sepa todo sobre ella.

Clarissa despide a Elizabeth y a su profesora de historia, la señorita Kilman, que van de compras. Madre y profesora se desprecian apasionadamente, cada una cree que la otra es una fuerza opresora sobre Elizabeth.

Mientras tanto, Septimus y Lucrezia están en su apartamento, disfrutando de un momento de felicidad juntos antes de que lleguen los hombres para llevarse a Septimus al manicomio. Llega uno de los médicos de Septimus, el doctor Holmes, y Septimus teme que el doctor destruya su alma. Para evitar este destino, salta desde una ventana hacia su muerte.

Peter oye pasar la ambulancia que recoge el cadáver de Septimus y se maravilla irónicamente del nivel de civilización de Londres. Acude a la fiesta de Clarissa, donde están reunidos la mayoría de los personajes principales de la novela.

Clarissa trabaja duro para que su fiesta sea un éxito, pero se siente insatisfecha con su propio papel y muy consciente de la mirada crítica de Peter. Todos los asistentes a la fiesta, pero especialmente Peter y Sally Seton, han fracasado, en cierta medida, en la realización de los sueños de su juventud.

Aunque es indudable que el orden social está cambiando, Elizabeth y los miembros de su generación probablemente repetirán los errores de la generación de Clarissa. Sir William Bradshaw llega tarde y su esposa le explica que uno de sus pacientes, el joven veterano (Septimus), se ha suicidado.

Clarissa se retira a la intimidad de una pequeña habitación para reflexionar sobre la muerte de Septimus. Comprende que estaba abrumado por la vida y que hombres como Sir William hacen la vida intolerable. Aunque no lo conoce, se identifica con Septimus, admirándolo por haber dado el paso y por no haber comprometido su alma. Se siente, con su cómoda posición de anfitriona de sociedad, culpable en cierto modo de su muerte.

La fiesta se acerca a su fin y los invitados empiezan a marcharse. Algunos reflexionan acerca de su vida, relaciones y sobre la sociedad. Al final, Clarissa vuelve a entrar en la sala, y su presencia llena a Peter de una gran excitación.